Cruzagramas

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miércoles, 29 de julio de 2009

El ave muerta


De la verde barranca donde la brisa
desenreda la hierba,
la tomé sin que hubiera:
Inquietud, revoloteo, huida.

Era tan solo un plumón
inanimado
sobre mi palma fría.

¿Cómo pudo el tiempo
del azul arrancarla
en un día tan soleado?

Una plegaría inutil,
mis labios murmuraron
Y ante el misterio y la melancolía
la imaginé arrullando en una zona ignota
tal vez volando ansiosa en un sueño infinito.

En la eterna ola que se eleva y se desgrana
pronto su cuerpo sería parte de otras vidas,
y comprendí que la emoción que me invadía
era esa pasión de sentirnos inmortales.

4 comentarios:

  1. Dani, Hermoso.
    Somos inmortales, nada en la naturaleza se pierde...

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  2. Es verdad: somos inmortales y somos pasión.
    he cambiado el final.

    Besos

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  3. Daniel, me gusto mucho el poema. Triste e inevitable.

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  4. Qué bello y que triste

    Me conmoviste

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