De la verde barranca donde la brisa
desenreda la hierba,
la tomé sin que hubiera:
Inquietud, revoloteo, huida.
Era tan solo un plumón
inanimado
sobre mi palma fría.
¿Cómo pudo el tiempo
del azul arrancarla
en un día tan soleado?
Una plegaría inutil,
mis labios murmuraron
Y ante el misterio y la melancolía
la imaginé arrullando en una zona ignota
tal vez volando ansiosa en un sueño infinito.
En la eterna ola que se eleva y se desgrana
pronto su cuerpo sería parte de otras vidas,
y comprendí que la emoción que me invadía
era esa pasión de sentirnos inmortales.
desenreda la hierba,
la tomé sin que hubiera:
Inquietud, revoloteo, huida.
Era tan solo un plumón
inanimado
sobre mi palma fría.
¿Cómo pudo el tiempo
del azul arrancarla
en un día tan soleado?
Una plegaría inutil,
mis labios murmuraron
Y ante el misterio y la melancolía
la imaginé arrullando en una zona ignota
tal vez volando ansiosa en un sueño infinito.
En la eterna ola que se eleva y se desgrana
pronto su cuerpo sería parte de otras vidas,
y comprendí que la emoción que me invadía
era esa pasión de sentirnos inmortales.
Dani, Hermoso.
ResponderEliminarSomos inmortales, nada en la naturaleza se pierde...
Es verdad: somos inmortales y somos pasión.
ResponderEliminarhe cambiado el final.
Besos
Daniel, me gusto mucho el poema. Triste e inevitable.
ResponderEliminarQué bello y que triste
ResponderEliminarMe conmoviste