Cruzagramas

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domingo, 28 de junio de 2009

La encontre en el bar


La anterior esta colgada en el patio, llena de tierra que nutre una begonia.
Ésta, la encontré en un bazar de la calle Nazca y me la traje a casa, donde esmaltada en verde, luce sobre el azul de la hornalla encendida.

Lo mío fue amor a primera vista. Me impresionó su panza de clueca y su pico altivo, que deben ser los que le dan su nombre. También me agradan sus brazos eternamente enlazados en la parte superior, esperando la mano que la sustente.
La boina de pospón céntrico me llamó la atención después, cuando comenzó a calentar e hipó primero, para largarse en un largo parloteo con la cacerola.

A veces la vigilo impaciente, la destapo…Entonces veo que la luz entra y se retuerce en ondas extrañas. Yo se que en su seno el agua gira como en un corazón. Entonces espío en su piélago puntos de nada, pero otras veces, cuando no llego a tiempo, veo globos que estallan.

Cuando la olvido, la siento que confianzuda, golpea las manos, como preguntando si hay alguien en casa. Entonces llego y veo que su pico es una chimenea generadora de nubes. De pronto, me fascina pensar que pocos años ha, movía barcos, locomotoras, fábricas…Por algo en Uruguay la llaman caldera.

Si alguna vez alguien hace su apología, no se olvidará de su humildad tiznada en un fogón, ni su calidez adorada por los peones en el apronte de las tareas de un alba fría.

Sencilla como la vida, allí está sin estridencias. Fiel como la amistad, cálida como la ronda… mi pava.














miércoles, 24 de junio de 2009

Cuarto de adolescente


La revuelta y solamente la revuelta, es creadora de la luz.
Y esta luz no puede tomar sino tres caminos:
la poesía, la libertad o el amor. André Bretón.



Entro a la pieza de mi hija.
La cama está sin hacer, en el piso hay zapatos, pantuflas, ojotas, medias rojas, libros, hojas sueltas de algún apunte y un poster semi enrollado.
Sobre una mesa un plato con restos de comida, papeles de golosina, clips, hebillas y souvenires de varios cumple años de 15.
La estantería está llena de revistas, trofeos, algunas muñecas…
Me siento a los pies de la cama, un poco agobiado, juegan mis manos distraídas con un peluche y trato de cortar el inventario mental que me fatiga y que podría seguir hasta el cansancio. Alguien podría pensar que ha entrado un ladrón, pero yo sé, que ese es el estado habitual de ese lugar.
Por la ventana que ocupa casi toda la pared entra la tenue luz de la tarde que se esfuma.
Me paro y trato de entender, de captar algo que está más allá de la simple observación. Como si los lugares pudieran tener una personalidad, como si quisiera penetrar en esa onda no muy acogedora del sitio y, que sin embargo vibra en consonancia con ella. Será un grito de libertad, una indagación de otro orden, una poesía concreta que busca otros caminos estéticos.
No tengo la respuesta, si tengo la paciencia de esperar, interrogar con la mirada y aguzar la conciencia. Tal vez halla un camino olvidado que no transito desde mi juventud donde nuestro mutuo amor se acompaña.

Surf


Estallido transparente en ascenso, salmón al desove, gaviota suspendida, pulsar de la piel del inmenso océano, ola que absorbe e inflama la espuma que lame la tabla en vuelo adherida a los pies, un bramido libertario ocluido, limitado, por el anclaje de las piernas sostenidas por la adrenalina que incendia en su centro al poderoso diafragma y acompaña el torbellino que rola hacia las doradas arenas ( infinitesimal desgrane de cumbres) mientras los pulmones inflamados subliman la cabriola hacia el pináculo flanqueado por los árboles erguidos en sus fibras de ramas ondulantes y hojas adoradoras de la luz que contemplan tanta porfía manteniéndose erecto en el espiral gélido y acuoso. Iridiscente de brisa y sol sin pausa en la parábola del instante ilusoriamente domado por la metáfora de la eternidad coagulada en el fugaz destello que es la vida. Detenida. No solo en el aire, sino en el tiempo: Foto.