Cruzagramas

Cruzagramas

miércoles, 29 de julio de 2009

El ave muerta


De la verde barranca donde la brisa
desenreda la hierba,
la tomé sin que hubiera:
Inquietud, revoloteo, huida.

Era tan solo un plumón
inanimado
sobre mi palma fría.

¿Cómo pudo el tiempo
del azul arrancarla
en un día tan soleado?

Una plegaría inutil,
mis labios murmuraron
Y ante el misterio y la melancolía
la imaginé arrullando en una zona ignota
tal vez volando ansiosa en un sueño infinito.

En la eterna ola que se eleva y se desgrana
pronto su cuerpo sería parte de otras vidas,
y comprendí que la emoción que me invadía
era esa pasión de sentirnos inmortales.

sábado, 25 de julio de 2009

Sábado




Afuera la lluvia blanda penetra el callado cuerpo de los campos.
Un goloso silencio se apodera de las cosas.
Mientras mi conciencia me habla desde lo interno.
Quizá con esa paloma ansiosa de volar, anidada en mi alma.
Quizá desde esta oscuridad de simiente esperando su epifanía.
Quizá desde esta brillantez de relámpago,
desgajado de la profundidad de la tormenta.
¡Qué lejano es el afuera huyendo sin sustancia!
Y que intensa la claridad del momento del encuentro
Que continúa palpitando a pesar de que
haya juntado la fatiga de mil días
y la desesperación de mil peligros.
A pesar de que haya subido a la sima la redonda roca
hasta hacer huella
y opacado con sangre el filo de la planicie lunar de la salina.
Ahora, los vientos se han dormido
y reposa tu capullo en la tibieza de mis manos.
Ahora, el diapasón vibra sus ondas más armónicas
y el latido del tiempo se clava en un momento eterno
y las estrellas atraviesan la noche azorada
y se revela el poema de nuestra profecía.
Porque afuera
Porque lejos, en el olvido,
La lluvia blanda penetra el callado cuerpo de los campos.

Pero aquí,
la emoción de mis lágrimas,
penetra las sagradas azucenas de tu alma.

Daniel Uriza.

domingo, 19 de julio de 2009

VIBRANDO AL UNÍSONO


Te observaba con tal avidez
que me dolía el alma.
Con otros ojos, no con mis ojos.
Es decir con los ojos de otro ser
remoto e interno.

Te observaba y en esa locura
era posible que yo fuera alguien
fuera del tiempo, y tu fueras
dentro mío.
( Como el perfume que emana de la flor
y al mismo tiempo inunda mi ser.)

Te observaba hechizado...
Como quien se baña en el resplandor
de la luna, al filo del sueño;
adormecido...inconciente...profundo..

Te observaba sin perturbar
tu ausencia de mí.
Absorbiendote y manteniendo
la distancia.
Sabiendo que si tocamos el agua
rompemos el espejo
( ¡Tan elocuente era tu belleza!
que se había vuelto simple.
Y había que intuirla
excluyendose.)

Te observaba sin pestañar,
sin respirar.
vibrando al unísono,
compartiendo en otra dimensión
tus caricias a nuestro hijo.


Daniel Uriza

domingo, 12 de julio de 2009

Jacarandá


Más allá de la voz de ellos escuchaba una melodía lejana
Y la voz de ellos hervía de brotes
De susurros de hojas al viento
De embriaguez de savia nueva
Mientras su secreta melodía sonaba a raíces profundas
A un sueño callado y medular
A una diafanidad interna
A un espejo de infinidad inasible.

Abrazó la cruz de la incomprensión
Se quedó solo
Soportó la burla
Desoyó los consejos
Enfrentó el escándalo de ser.

No era que no supiera volar
No era su bandada.
Ni su primavera
Ni su danza

Una mañana calida
La incontenible fuerza de un trino
Estremeció sus fibras
Despertó el júbilo del alba
Acarició la vibración profunda de su canto.
Reveló el momento del milagro
Y coaguló zafiros ancestrales
Y contagio de pétalos la brisa
Y vistió de cielo el parque.


Daniel Uriza

jueves, 9 de julio de 2009

Teléfono


Levantó el auricular y lo sintió tibio. Lo acercó a la oreja y tuvo la sensación de que la piel velluda de un animal lo había rozado. Y mientras lo colgaba, se estremeció, porque le pareció escuchar que el teléfono nuevo le decía que era su mascota.

El teléfono era sofisticado, negro, con ribetes dorados y con un visor espectacular. Sin embargo a Juan se le ocurrió que ese teléfono tenía alma. Que su aura fluorescente brillaba en la penumbra de la sombra proyectada por el monitor. Y que algo que no podía definir, le recordaba al gato, que tanto mimara su mamá en vida.

Confundido, Juan se levantó para irse. Pero la puerta estaba cerrada y la manija giraba en falso. Instintivamente miró sobre el escritorio buscando al culpable, pero el teléfono ya no estaba allí. De alguna manera se había descolgado y el cable ondulaba como una cola.

Comprendió que estaba incomunicado.

Se acercó temblando al aparato. Levantó el tubo y discó el número de su casa. Le extraño que un aparato tan moderno, al marcar, sonara como si fuera el disco del teléfono de su infancia. Esperó impaciente que le contestaran. Y cuando escuchó la voz que atendió, no pudo contenerse y exclamó:¿Sos vos Mamá?