domingo, 4 de abril de 2010
Resurrección
Señor:
He aquí mi cuerpo
que en la mañana
los afanes de la vida busca
y por la noche
busca el consuelo
de un lecho tibio.
Señor:
Este es mi cuerpo
que con premura
toma el sustento
hasta sentirse satisfecho
y la caricia sana
que olvidará mañana.
¿Será que mi alma
se ha contagiado
de esta suerte
y te busca, Señor,
de a ratos sin constancia?
¿Será tu infinitud
tan soberana,
que el alma
al seguirte no te alcanza,
y necesita el descanso;
como ave que al cielo vuela,
plena de fuerza
y de libertad embriagada,
para tornar tras la fatiga
a posarse en la rama presurosa?
Más, oh consuelo.
Oh, esperanza cierta.
Al saberte, Señor, Glorificado,
el alma que intuye lo eterno,
al cuerpo le susurra al oído:
No te inquietes buen amigo;
permanecerás en Él, conmigo,
que Jesús es el camino.
Y es la puerta del cielo.
y la esperanza infinita
y la saciedad del gozo eterno,
y la verdad primera y última
y la vida de amor pleno.
Por eso te llevaré
adherido a mis huesos,
y estarán presentes
tus pensamientos escogidos,
y las tiernas caricias,
y los recuerdos más sentidos,
cuando las ansias
y fatigas transformadas
ya lo engañoso y vano
hayan desechado,
perdurará de ti,
Oh compañero, cada gesto
en la aventura
que para siempre
compartimos…
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Bello poema para conmemorar hoy la Pascua de Resurrección, donde Jesús es el verdadero camino a seguir.
ResponderEliminarMe quedo con:
" ¿Será que mi alma
se ha contagiado
de esta suerte
y te busca, Señor,
de a ratos sin constancia?
Un placer leerte.
Un saludo agarimoso desde Galicia.
Mucho gusto en saludarte.
ResponderEliminarMe gusta cantarle a Jesús resucitado.
Demaciada cruz hay en el mundo.
Como decía Machado: Oh no eres tu mi cantar..