
Señor:
He aquí mi cuerpo
que en la mañana
los afanes de la vida busca
y por la noche
busca el consuelo
de un lecho tibio.
Señor:
Este es mi cuerpo
que con premura
toma el sustento
hasta sentirse satisfecho
y la caricia sana
que olvidará mañana.
¿Será que mi alma
se ha contagiado
de esta suerte
y te busca, Señor,
de a ratos sin constancia?
¿Será tu infinitud
tan soberana,
que el alma
al seguirte no te alcanza,
y necesita el descanso;
como ave que al cielo vuela,
plena de fuerza
y de libertad embriagada,
para tornar tras la fatiga
a posarse en la rama presurosa?
Más, oh consuelo.
Oh, esperanza cierta.
Al saberte, Señor, Glorificado,
el alma que intuye lo eterno,
al cuerpo le susurra al oído:
No te inquietes buen amigo;
permanecerás en Él, conmigo,
que Jesús es el camino.
Y es la puerta del cielo.
y la esperanza infinita
y la saciedad del gozo eterno,
y la verdad primera y última
y la vida de amor pleno.
Por eso te llevaré
adherido a mis huesos,
y estarán presentes
tus pensamientos escogidos,
y las tiernas caricias,
y los recuerdos más sentidos,
cuando las ansias
y fatigas transformadas
ya lo engañoso y vano
hayan desechado,
perdurará de ti,
Oh compañero, cada gesto
en la aventura
que para siempre
compartimos…
Bello poema para conmemorar hoy la Pascua de Resurrección, donde Jesús es el verdadero camino a seguir.
ResponderEliminarMe quedo con:
" ¿Será que mi alma
se ha contagiado
de esta suerte
y te busca, Señor,
de a ratos sin constancia?
Un placer leerte.
Un saludo agarimoso desde Galicia.
Mucho gusto en saludarte.
ResponderEliminarMe gusta cantarle a Jesús resucitado.
Demaciada cruz hay en el mundo.
Como decía Machado: Oh no eres tu mi cantar..